Los orígenes de la automatización de la escritura
Un cliché es una plancha tipográfica en la que se ha reproducido una composición para su posterior impresión. Puedes encontrar su definición aquí 👉 https://dle.rae.es/clich%C3%A9
La cosa funciona así: añades tinta a la parte del cliché que tiene relieve, y luego presionas esa parte sobre un papel. Y ya está, acabas de obtener una impresión en tinta de lo que sea que esté reproducido en ese cliché.
Y una de las aplicaciones (ahora en desuso) de esta técnica era para la reproducción de firmas.
El cliché como señal de pertenencia a un grupo social
A mí me parece muy interesante la idea del por qué se utilizaba este invento para reproducir firmas, porque implica varias cosas. Para empezar, utilizar en su momento un cliché con tu firma era señal de distinción, de prestigio.
Dejando de lado el hecho de que para tener tu firma en un cliché primero era necesario saber escribir y por tanto firmar, disponer de un cliché te distinguía dentro de un status social concreto. Porque está claro que no todo el mundo iba a invertir el dinero necesario para adquirir una de estas planchas que no solo aportaban sofistificación, sino que también eran una señal de pertenencia al grupo de los privilegiados, el grupo de los pudientes con capacidad para escribir y para invertir en caprichos.
Pero es que además, precisar de un cliché implicaba en ocasiones que el dueño de esa pequeña plancha debía hacer precisamente esto, firmar, multitud de veces. Tantas como para justificar necesitar de esta ayuda que además podía ser utilizada por alguna otra persona de confianza. Así que nuevamente llegamos al concepto de estatus social y también posiblemente laboral. Puedo imaginarme perfectamente al señor abogado, o al notario o al doctor, haciendo uso de su firma-cliché personal.
Automatización versus escritura a mano
Aparte de curioso, el uso de este cliché me hace reflexionar sobre la necesidad de automatización que desde tan antiguo estamos necesitando. La imprenta, con su increíble aportación a la humanidad, la industrialización. Quizá esta pequeña cosita de metal que es el cliché con firma parezca insignificante pero forma parte también de los orígenes de la automatización en la escritura que ahora con ordenadores, tablets y artefactos diversos que parece que ocupan el espacio de la escritura manual.
No se puede luchar contra la innovación y la tecnología. Solo espero y deseo que esta no acabe desplazando a los artesanos de la escritura a mano, desde el niño pequeño que aprende a escribir, el estudiante que toma notas en el aula, el profesional que piensa y planifica con una libreta y un bolígrafo en la mano. Las listas de la compra y de los temas pendientes, las notas de cariño que dejamos a personas cercanas. Esas cartas a los amigos, las postales de verano. Ojalá que no se pierdan y las podamos mantener, en equilibrio con todos los clichés que la tecnología nos aporta.