El periódico La Vanguardia ha publicado un par de artículos firmados por Xavi Ayén comentado lo que creo que es la noticia literaria del Sant Jordi 2021: los escritores ya pueden firmar sus libros a distanciahttps://www.lavanguardia.com/cultura/20210420/6983907/robot-escritora.html

Un robot, a través de una conexión con una tableta en la que reconocidos escritores como Isabel Allende estampan su firma, lo reproduce en directo en las páginas de los libros de una serie de afortunados lectores escogidos por sorteo.

Más allá de que la noticia es extraordinaria a nivel tecnológico y que cualquier avance en este sentido es positivo, yo no puedo dejar de preguntarme de qué modo afectará a la grafología porque esos autógrafos ¿en qué categoría debemos clasificarlos?

Por un lado, son claramente originales puesto que el brazo del robot ha reproducido el movimiento del trazo de los escritores con exactitud. Por tanto, aspectos grafológicos como por ejemplo la forma, el ritmo y el orden son tan genuinos como si la misma persona estuviera en carne y hueso escribiendo de manera presencial.

Pero, y ahí es donde considero que está el núcleo del tema, al mismo tiempo perdemos de vista por supuesto la presión, que tanta información grafológica nos aporta. Y tengo mis dudas en cuanto a la calidad del trazo, puesto que desconozco qué tipo de bolígrafo ha utilizado el robot para firmar.

 

 

Que no se puede ir en contra del avance de la tecnología es para mí un hecho. Como también tengo cada día más claro que la grafología es un trabajo artesanal, en el que es necesaria la presencia de los humanos tanto para la parte que corresponde a la persona que escribe, como aquella en la que participo directamente como grafóloga.

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